martes, 6 de noviembre de 2012

Experimentar con materiales en 0-6 años


Os dejo un artículo que he encontrado en la revista aula de Infantil sobre la importancia de experimentar con los diferentes materiales desde el nacimiento hasta los 6 años. Sabéis que en nuestra escuela siempre hemos dado mucha importancia a la experimentación, y que de hecho es parte programada en las aulas; Cesto de los tesoros en las aulas de bebés, Juego Heurístico en las aulas de 1-2 años y Taller de experimentación en las aulas de 2-3 años. 


Aula de infantil. Nº 52 Noviembre -diciembre 2009

EXPERIMENTAR CON MATERIALES EN 0-6 AÑOS

  1. Teresa Feu

Aprender ciencias implica aprender a cambiar la manera de ver los fenómenos, la manera de razonar, de hablar ser ello y de emocionarse (Arcá, Guidoni y Mazzoli, 1990).

A menudo, se considera que las ciencias son unos conocimientos formales a los que no tienen acceso los niños y niñas de educacióninfantil y, muchas veces,, se hace más hincapié en lo que no pueden hacer que en lo que son capaces de hacer. Hay que tener claro, en cambio, que desde muy pequeños a los niños les gusta el descubrimiento y sienten curiosidad que les impulsa a explorar e intentar comprender lo que sucede a su alrededor.

Se aprenden ciencias jugando y viviendo, hablando y observando, imitando e inventando. Y todo eso se da en la vida cotidiana: los diferentes acontecimientos y las situaciones diversas, los materiales del entorno, las conversaciones, los comentarios y las actitudes de los adultos y de los compañeros les proporcionan información que condiciona su pensamiento y modifica su comprensión.

Enseñar ciencias es organizar situaciones con la finalidad de ayudar a los niños y niñas a explicarse lo que ocurre a su alrededor. Se trata de ayudarles a organizar el conocimiento y estimularles a compartir las diferentes maneras de ver el mundo, a encontrar entre todoslas explicaciones más ajustadas, y eso no puede hacerse si no hay manipulación, experimentación e interacción con materiales diversos, entre iguales y con los adultos. Se trata de organizar un ambiente en el que los niños se encuentren con fenómenos y materiales ue les provoquen preguntarse por qué las cosas ocurren como ocurren y, entre todos, encontrar las mejores preguntas y las mejores explicaciones para responder. Estas explicaciones no han de ser exactas, sino tender a ser cada vez más coherentes con el conocimiento científico actual.

Como dice el currículo de Educación Infantil: El aprendizaje depende en gran medida de la cantidad de ocasiones que se hayan tenido. Las situaciones de vida diaria proporcionan muchas, pero es necesario que la escuela asegure para todos los niños experiencias suficientemente ricas y que los acompañe en los aprendizajes, impulsando el planteamiento de interrogantes; encaminando la respuesta a sus preguntas; ofreciendo materiales, recursos y estrategias adecuadas, y ayudando a través del lenguaje a conectar y hacer conscientes las experiencias vividas.

Manipular, experimentar , pensar y comunicar.

Los niños, desde muy pequeños, tienen la necesidad de entender cómo funcionan los hechos de cada día para saber cómo y cuándo es posible intervenir en ellos a fin de modificarlos, o cuando, por el contrario, hay que resignarse y padecerlos. Es a partir de la experiencia diaria y compartida con sus iguales y con las personas adultas como se aprenden a ajustar sus acciones y sus demandas.

A fin de intervenir con éxito sobre los hechos de su entorno, los niños han de tener una idea de cómo están hechas las cosas y cómo se comportan en las diversas circunstancias. Por eso hacen cosas, por eso juegan; porque el juego es una de las actvidades que les permite progresar más u ejor en este sentido.

Pero no basta con manipular. Hay que ayudar a los niños a establecer una correlación entre experiencia y lenguaje.
Así pues, la enseñanza de las ciencias no puede reducirse a la manipulación, aunque sea mediante situaciones motivadoras. El maestro o la maestra ha de provocar interrogantes en los niños y estimular el establecimiento de relaciones con otros conocimientos y vivencias, de manera que se ejercite la activación de la memoria y la formulación y comunicación de sus ideas y pensamientos. Los niños, por pequeños que sean, han elaborado sus modelos interpretativos, a partir de sus predisposiciones innatas y de las experiencias vividas. Dichos modelos interpretativos varían de un niño a otro, pero tienen aspectos generales compartidos por todos.

La verbalización de las ideas por parte de los niñoes es, pues, imprescindible, ya que es esta comunicación verbal la que favorece la organización de su pensamiento y, a la vez, su conocimiento por parte del maestro permite adaptar la enseñanza y decidir cuáles serán las estrategias didácticas más eficaces: qué situaciones hay que proponer, qué materiales hay que proporcionar, qué intervenciones del maestro o la maestra serán más adecuadas, que ayudas habrá que proporcionar... (IRRISAE Piemnt, 1990).

A veces lo niños y niñas hacen cosas y no saben explicar cómo las han hecho; otras explican lo que hará, pero acaban haciendo algo muy distinto, y es necesaroo poner palabras a sus acciones o hacer preguntas adecuadas a fin de ayudarles a expresar aquello que están haciendo o piensan que quieren hacer.

El papel del maestro o de la maestra

La labor del maestro o de la maestra es, sobre todo, crear un ambiente lo suficientemente rico como para promover interaccionesde calidad; un ambiente en el que los nños se encuentren cin fenómenos y materiales que les provocquen preguntarse cómo es que las cosas ocurren, como ocurren y, entre todos, encontrar las mejores preguntas y las mejores explicaciones para responder (Feu, 2009).

Para promover esta actividad mental, el maestro o la maestra debería:
  • aprender a observar cual es el nivel del niño en relación con los juegos y los arendizajes
  • Estimular a los niños y niñas para que expresen sus puntos de vista y tomarlos en consideración
  • Pensar con frecuencia en voz alta y cuestionarse el propio pensamiento y la propia actuación; hacer partícipes a los niños de los motivos que le llevan a tomar determinadas decisiones, y defender y argumentar los propios puntos de vista.
  • Ayudar al niño a recordar y a relacionar los aprendizajes, poniendo palabras a sus acciones, haciendo preguntas interesantes y estimulándolo para que explique sus ideas y/o lo que está haciendo.
  • Promover discusiones que permitan un ajuste continuo entre las experiencias de unos y otros.
  • Compartir la enseñanza con los niños y niñas y rectificar los propios errores sin disimularlos.
  • Esforzarse a fin de que la comunicación sea fluida y en ambas direcciones. Para ello, el maestro o la maestra deberá intentar comprender los mensajes de los niños, verbales y no verbales, y responder en consonancia con los mismos.
  • Animar a los niños y niñas para que asuman más responsabilidad cuando estemos seguros de que pueden hacerlo.
  • No preocuparse por dar más información de la que pueden absorber, en cuyo caso corremos el peligro de no promover su progreso.



No se trata de hacer pequeños científicos que sepan recitar teorías que no comprenden. Se trata de integrar el conocimiento y fomentar la comunicación a partir del lenguaje. No hay que pretender que acaben llegando a teorías científicas, y tampoco que sus propuestas sean las exactas, las que nosotros esperamos. Se trata de provocar que se cuestiones los propios modelos explicativos y que reformulen otros nuevos que sean cada vez más cercanos a los modelos explicativos de las ciencias.

Los materiales

Los materiales han de ser ricos, variados y adecuados, tanto en su tipología como en cantidad.
En cuanto a la variedad, hay que tener presente que si siempre se dispone de los mismos materiales, a menudo dejan de provocar curiosidad y manipulación. Debe tenerse en cuenta, también, la importancia de la diversidad: tendemos a utilizar, sobre todo con los más pequeños, materiales de plástico que permiten poca exploración. Hay que pensar en todos los materiales, como por ejemplo los de desecho y, sobre todo, los del entorno.
El material dependerá , por un lado, de los intereses y necesidades de los niños (hay que recordar ue, con frecuencia, resultan interesantes aquellos materiales que son más significativos para los adultos de referencia),. Algunos pueden constituir un pequeño reto, que promueva las ganas de investigar y de superarse, y otros han de permitir la investigación, la formulación de preguntas y la búsqueda de respuestas.
En cuanto a la cantidad, debe ser la adecuada: si hay poco material, no permite la exploración por parte de todos; y, si lo hay en exceso, desborda, prmueve el desorden y provoca que muchos niños vayan de un material a otro sin profundizar en nada.
Debe tenerse en cuenta, no obstante, que los niños de estas edades están en la etapa egocéntrica, de modo que no forzaremos que se comparta el material. Cuando pretendemos provocar una experimentación, no debemos escatimar material: debe haber el suficiente para que todos puedan manipular, comprobar sus predicciones y buscar explicaciones sobre su comportamiento.

En conclusión

Para promover el aprendizaje de las ciencias, hay que dejar de lado el miedo a plantearse maneras diferentes de organizarse y de actuar. Hay que hacer una escuela rica. Una escuela pobre en materiales, pobre en relación que establece con los niños y con las familias y pobre en expectativas en relación con los niños y niñas, es una escuela que no promueve el aprendizaje.
La labor del maestro o de la maestra debe ser la de proponer situaciones en las que hacer pensar, hablar, darse cuenta de los hechos y trabajar juntos sea algo natural y necesario.
No se trata de empujar a los niños y niñas a encontrar la verdad o sólo la respuesta exacta; se trata de ayudarles a preguntarse cómo es que las cosas suceden como suceden, y entre todos encontrar las mejores explicaciones para responder. Se trata de aprender estableciendo relaciones que permitan tejer una red que en algunos lugares es más tupida y en otros lo es menos, pero que se puede recorrer, ampliar y modificar en todas direcciones.  

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